Summary: | El ser humano siempre ha querido controlar y medir las condiciones existenciales que lo determinan, como el tiempo. Justificamos e inventamos calendarios y relojes que siguen ciclos naturales, pero vivimos de forma finita dentro de ciclos infinitos. El tiempo como devenir, como permanencia, como duración o como continuidad; el tiempo cíclico o lineal; el tiempo pasado, presente o futuro; el tiempo perenne; el tiempo como lapso, como edad o época; el tiempo como cambio, como evolución o como transformación; son formas de entender un fenómeno fundamental de la existencia humana. Existen posturas críticas ante la velocidad de la producción del capitalismo salvaje, en el que las mercancías se diseñan con una obsolescencia programada para garantizar su demanda: se promueven viviendas nuevas con la contradicción temporal de que pueden pagarse en treinta años, pero están construidas con materiales que duran menos de uno. La arquitectura de paisaje contempla el paso del tiempo y las estaciones; en ella no puede haber un momento fijo idealizado de creación, como en la arquitectura y el diseño industrial. Este momento ideal se recupera más tarde con proyectos de restauración, los cuales ignoran que el paso del tiempo sobre las superficies es parte fundamental de su existencia. Cualquier intento de congelar un momento en el tiempo ignora que todo cambia constantemente. La apropiación de los espacios es azarosa, los usos siempre se transforman con el tiempo. La arquitectura y la ciudad se redefinen y se adaptan; así, los proyectos de reciclamiento permiten nuevos usos.
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