Summary: | La palabra salió del silencio, después de la violencia con que cerré los ojos. Desprendo mi niñez siempre ausente, tratando de sostenerme en la palabra, esconderme en ella y jugar con mi soledad. La voz, mi voz ha sido una ventisca, un huracán que no cabía en mi boca. En la oscura tenacidad de mis sueños, apenas escuchaba a mis dos madres, de la una, pequeños versos aprendidos en el susurro del tiempo, como: No es muerto el que yace en una tumba fría. Es muerto el que tiene el alma fría y aún vive todavía. De mi otra madre escuché su sencillez. Soy una constelación de células dispuestas a mutilarse por causar en sus ojos un eclipse.
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