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|a Ars nos remite a la expresión en latín del término arte y la palabra contemporáneo es la adjetivación de temporalidad que implica correspondencia con nuestro tiempo. Esta correspondencia temporal lo define, por tanto, nos encontramos con el dilema de la concordancia entre lo producido aquí y ahora, con un arte que se ha originado en otros tiempos y lugares y que sin embargo recién es ?descubierto? o producido hoy. ¿Existe un arte sin tiempo?, sí así fuera, también, ¿sin lugar e identidad?. Como espectadores contemporáneos de arte, nos encontramos ante estas paradojas y situaciones propias del vértigo con el que se produce hoy. El arte actual no está necesariamente ligado a lo poético, entre otras cosas por el avance de la abstracción frente al realismo, y muchas veces la incapacidad o falta de disposición del público de decodificarlo, de aprehenderlo y por lo tanto de hacerlo suyo y vibrar al compás de las texturas, colores y formas que nos propone este tipo de trabajo. También porque esto ha dejado de ser un objetivo del artista, que ha diversificado los motivos de la creación artística. Así hoy más que nunca, el artista busca subvertir la visión de la realidad, alejarse de los estereotipos buscando encontrar nuevos caminos que le permitan expresarse. Por esto es muy difícil establecer unas características perfectamente definidas y sistemáticas que nos ayuden a definir la producción del arte contemporáneo ecuatoriano. Si nos referimos al lugar y a la cultura, deberemos hablar de identidad, de lo que hace al arte propio de un momento o situación y de su coherencia con los antecedentes históricos, ancestrales, prehistóricos, de culturas milenarias, populares o académicas; deberemos hablar de artistas consagrados cuya obra permanece en importantes galerías y museos o de lo que hace parte de la memoria colectiva. Aquí agregamos un elemento más a la reflexión, la contradicción que plantea la necesidad de asumir, al mismo tiempo, la globalidad (ó globalización)(influencias externas que en el tiempo ha tenido el arte nacional) y las diferencias con la multiculturalidad intrínseca y sus signos de identidad. Este conflicto entre lo propio y lo ajeno no es de fácil resolución, porque la identidad es un concepto dinámico, que se modificada en una relación dialéctica entre lo producido y los efectos de la información y búsquedas culturales, dejando al artista en la disyuntiva de elegir entre lo local y lo global, sin que en realidad pueda permanecer aséptico ante las influencias impregnadas en todos los medios, ambientes y circunstancias.
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