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|a Desde 1975 comencé a colaborar, gratuita y entusiastamente, con el diario El Mercurio, de la ciudad de Cuenca, diario en el cual mis ancestros, de entre los cuales se destacan el Señor Doctor don Carlos Aguilar Vázquez y el Reverendo Padre Doctor Nicanor Aguilar Maldonado, habían tenido íntima e importante actuación. Desde esa época, hasta hoy, fecha en la que se hace posible la edición de estos artículos, se han entregado, a la luz pública, centenares de colaboraciones de las cuales, éstas páginas, reúnen un haz de cien. Al iniciar la labor escribí y se leerá en éstas páginas, algunos criterios sobre la sistematización rutinaria de mi trabajo, allí quedan expresada algo sobre: extensión, propósitos, dedicatoria, encargo, anhelos, súplica y colofón, cuestiones que traté de mantener, como mandatos, durante todos estos años de haber recibido el albergue, gentil y bondadoso, de los directivos de El Mercurio. Traté de realizar un periodismo que sirva: de guía, de orientación, de conducción, de indicación, de motivación para que sie medite sobre los grandes y complejos problemas de Cuenca, del Azuay, del Austro, del país, del mundo y de la existencia poniendo en juego todas mis modestas capacidades. ¿Conseguí mi empeño?. No estaré, jamás, en condiciones de poder dar respuesta a esta interrogación, como creo que, ningún periodista, pueda hacerlo. La labor de difusión periodística es imposible de evaluar en números o estadísticas, es algo más que la frecuencia con la cual se asoma en las columnas de un diario, es mucho más que la extensión, que la forma en que vayan y estén escritos los mensajes, todo está en lo abstracto e intrincado de la mente y de la personalidad humana que hace un intercambio, sutil y maravilloso, entre e! que escribe y el lector que presta su atención.
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