| Summary: | Nada más luminoso y claro que el homenaje del poema. Empinarse a lo alto para la alabanza y él cántico, es lo que hizo David en el Salterio, lo que hizo Salomón en el Cantar de los Cantares. Para la expresión del amor divino, San Juan de la Cruz utilizó la lírica. Para la expresión del amor humano, Gustavo Adolfo Bécquer llegó a la quintaesencia en sus "Rimas". Así, para decir la adoración excelsa hacia la tierra que nos dio la luz, nada más puro y alto que cantarla, cuando se tiene la voz sonora para el cántico. Quito, este "arrabal del cielo" como le llamara uno de sus más auténticos poetas, Jorge Reyes, ha sido loada por innúmeros poetas, no solamente por los nacidos en su comarca de luz, sino también por quienes, viniendo de otros soles, sintieron el deslumbramiento acariciante de esta ciudad sin igual, hecha de "piedra y cielo". Había de ser el Colegio Manuela Cañizares ?ninguno con mejor derecho? el que realice este homenaje sin par. Porque almas y voces de mujer lo animan y lo habitan. Porque espíritus de mujer beben en él las aguas cristalinas de la sabiduría. Porque mujeres en él, ?las que enseñan y las que aprenden? hacen en sus aulas y pasillos, en su labor y en su descanso, el aprendizaje de la vida, para hacer su vida y la vida de la Patria.
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