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|a El título del presente libro acaso pueda tomarse en sentido peyorativo, atribuyéndole malvadas intenciones. Pues bien, mi ánimo es pedir un retrato cabal de don Gabriel García Moreno y, además, ayudar en la tarea de conseguirlo. De este personaje se ha hecho una infinidad de retratos. Malos y pésimos, los más de ellos. Retratos de perfil derecho o de perfil izquierdo, retratos de tres cuartos, de busto y de medio busto; hasta algunos en que se falsificó al retratado para modelarlo más a placer. Yo mismo, allá en mi juventud, tracé un retrato de perfil derecho, muy derechista e incompleto de este hombre, menesteroso como pocos de la verdad. De la grande y tremenda verdad que fue él en un tiempo en que la definición nacional comenzaba a adquirir claros contornos. Porque el problema fundamental de Gardía Moreno es el de la verdad nacional incardinada en persona de él, durante un lapso interesante para la Historia, la política y la dialéctica del progreso ecuatorianos, en cuyo decurso, al configurarse la vida del personaje, se construye la vida del país, en un juego recíproco y perfectamente visible. García Moreno, a la par de otros conductores de pueblos hispanoamericanos del siglo XIX, ejerció su función configuradora, gracias a la cual, las fuerzas errantes y desbordadas desde 1830, las esperanzas independistas, las ilusiones colectivas y las urgencias materiales, lograron cauce más o menos normal, a partir de 1860. Esta fecha se anticipó en algunas repúblicas, en otras se pospuso poco más o poco menos.
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