Summary: | Música popular y cultura, en las ciencias sociales aún perduran huellas de las arduas controversias acerca de los posibles -si los había- valores estéticos de las culturas populares, a las que se consideraba incapaces de generar un arte "elevado". Asimismo, quebrábanse lanzas en defensa del folklore, supuesto acopio de todo lo que era "auténticamente popular", puro e incontaminado, y a lo que habría que retornar si se aspiraba a conservar la pureza de lo autóctono. Frente a estas disputas elitistas y esencialistas, surgió otra concepción -aún más denostada- de lo popular, posiblemente su inverso, en función de la circulación de mensajes en el mercado capitalista. Elitistas y esencialistas se lanzaron en picada contra esta concepción, parapetados tras la suposición de que nada bueno podía prevenir del contacto con los medios de comunicación de masas, como el disco, la radio o la prensa. Tales criterios tambaleaban al irse comprobando que los medios podían ser una instancia multiplicadora y hasta democratizadora al posibilitar el acceso de más personas incluso a los discursos más elevados. La industria fonográfica, por ejemplo, hizo posible que en un solo día de este siglo más personas escucharan a Mozart que cuantas lo habían oído en toda su vida. Aunque, por supuesto, este argumento no les baste a folkloristas ni cultistas, pues se trata de un argumento cuantitativo y va en contra de su sistema de creencias, que privilegia la selectividad, la exclusividad y la distinción.
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