Summary: | La obturación de un conducto radicular significa rellenarlo en toda su extensión, con material inerte y antiséptico que selle permanentemente y de la manera más hermética posible, no interfiriendo, y de preferencia estimulando los procesos de reparación apical y periapical que debe producirse después de un tratamiento endodóncico. Se puede decir además, que la obturación es el relleno de todo el espacio anteriormente ocupado por el paquete vásculo-nervioso, es decir del conducto dentinario y que ahora se encuentra preparado y desinfectado para recibir esa fase del tratamiento endodósico. De esto modo, una intervención correcta sería aquella que se iniciase con un buen diagnóstico y fuese concluída con una obturación lo más hermética posible, seguida de los controles a distancia por medio de rayos X. La incorrecta ejecución de una de las fases, llevaría a dificultar en otra ulterior, pudiendo llegar hasta traer, como consecuencia el fracaso total. A pesar de esto, se tiende a dar un mayor énfasis e incluso una importancia superior a la fase de la obturación de los conductos radiculares; ya que el éxito final del tratamiento está condicionado a este paso que de nada servirán los cuidados de la antisética, la ejecución de una técnica atraumática, la preparación químico-mecánica cuidadosa si la obturación fuese defectuosa.
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