Competencias directivas: Pensamiento aristotélico y enfoques actuales

Las competencias son una herramienta útil para el trabajo del directivo. Su tratamiento en la literatura del management ha sido muy extenso y variado; existen todo tipo de versiones y enfoques. El presente trabajo realiza una comparación de dos modelos desde la óptica del pensamiento aristotélico. E...

Full description

Bibliographic Details
Main Authors: Serrano-Duarte, G.E. (German Eduardo), Alvira, R. (Rafael)
Format: info:eu-repo/semantics/doctoralThesis
Language:spa
Published: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra 2012
Subjects:
Online Access:https://hdl.handle.net/10171/22376
Description
Summary:Las competencias son una herramienta útil para el trabajo del directivo. Su tratamiento en la literatura del management ha sido muy extenso y variado; existen todo tipo de versiones y enfoques. El presente trabajo realiza una comparación de dos modelos desde la óptica del pensamiento aristotélico. El primero de ellos, Character strengths and virtues (Peterson, C., & Seligman, M. E. P., 2004), es de origen americano y toma como base los postulados de la psicología positiva; el segundo, Leadership competencies: a 15–country study (Bosch, M. J., y Cardona, P., 2010), es de procedencia Europea y su punto de partida se asienta en la antropología. La comparación de los modelos desde una mirada clásica nos permite realizar la formulación de un listado de doce competencias de gobierno que centra la atención en la persona del directivo antes que en su función y están dirigidas a quienes gobiernan las organizaciones, al llamado “hombre vértice”. Más allá de aportar al desempeño profesional y a la efectividad de la organización, las competencias han de contribuir al mejoramiento de la persona que las posee. Desde esta perspectiva su condición deja de ser simplemente instrumental, situándose más bien en el plano de la misión personal del directivo, del gobernante. Su finalidad no es sólo un hacer mejor la tarea sino, sobre todo, un ser más y mejor de la persona. En su elevación, las competencias adquieren un sentido de virtud que las dota de contenido moral, el mismo que ostenta, a nuestro juicio, la función de gobierno.