Summary: | “Vivo como si no hubiera mañana porque no lo hay”. Esta frase, de
tintes más bien pesimistas, pertenece a Don Draper, el famoso protagonista
de la serie televisiva Mad Men. Desde que el programa hiciera su irrupción en
la pequeña pantalla en el año 2007, los amantes de la publicidad disponen de
un interesante escaparate para viajar al pasado. La historia del talentoso
ejecutivo de cuentas y su día a día en la agencia neoyorkina Sterling & Cooper
condensa lo mejor y lo peor de la edad dorada de la publicidad: los años
sesenta del siglo XX. Aunque se trata de un personaje ficticio, su personalidad
hunde raíces en la realidad, la de los hombres de Madison Avenue que hace ya
medio siglo se atrevieron a hacer lo imposible: lavar la cara a la vieja
industria de la publicidad. Aunque la agencia de Draper se encuentre en la
cima del éxito, la serie deja entrever que el “juego” de la publicidad se volvía
cada vez más competitivo a medida que la industria se desarrollaba. Es en
este entorno cambiante donde las agencias siempre buscan adaptarse para
garantizar su supervivencia.
Cambiar para sobrevivir o morir en el intento. La “perla de sabiduría”
de Don Draper viene a reflejar el sino de las agencias, que históricamente han
desarrollado su trabajo en un entorno voluble e incierto. Su comentario deja
entrever que las agencias de publicidad, dada la peculiar naturaleza de sus
servicios de comunicación comercial, se mueven sobre un terreno
extremadamente precario. Con cada avance tecnológico -la irrupción de un
nuevo medio de comunicación, por ejemplo- surge la eterna incógnita de si
las agencias de publicidad serán capaces de adaptarse al cambio o, por el
contrario, tienen sus días contados.
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