Summary: | Que Tocqueville es uno de los grandes analistas del sistema
democrático es algo bien sabido. Su gran obra, publicada entre 1830
y 1835, ha sido profusamente estudiada por gran número de
investigadores provenientes de diferentes campos: su obra se ha
leído como una teoría política, como un tratado de filosofía, como
una sociología y como una etnografía. En particular, La democracia en
América es una obra que incita a pensar. En ella, el autor francés trata
multitud de temas: desde la estructura política de la nación
estadounidense, a la influencia de la libertad de prensa, pasando por
las relaciones familiares, los hábitos religiosos e incluso adelantando
la muerte del arte y el nacimiento de los best-seller literarios, y lo hace
de una forma realmente elegante—su escritura es a menudo literaria,
llena de metáforas—. El mérito de Tocqueville, no obstante, no
radica únicamente en la variedad de temas que aborda, sino en sulucidez, su capacidad de análisis y su asombrosa habilidad para la
proyección de lo que ocurrirá en el futuro.
La Democracia de Tocqueville no sólo es un gran retrato de la
sociedad del siglo XIX: lo impactante es que es, también, un retrato
muy agudo de nuestra sociedad actual. Estamos todavía tan cerca de
lo que Tocqueville vio en su momento que el estudio de su trabajo
no deja de ser fructífero. Si Tocqueville vio desde el comienzo que
el nacimiento de la democracia suponía una gran desafío para la
libertad y la sociabilidad, lo cierto es que todavía, a día de hoy,
seguimos enfrentándonos al mismo desafío. La sensibilidad
democrática, en efecto, nos deja demasiado cerca de ciertos peligros,
especialmente de «la tiranía de la opinión pública»—o tiranía de la
mayoría—, «la concentración exclusiva en el bienestar»—que lleva
al individualismo—y «la apatía política».
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