Summary: | La onomástica se ha venido considerando desde sus orígenes como una rama más de la lingüística. Consecuentemente, su objeto de estudio, el nombre propio, se ha venido conceptualizando desde los alcances de ésta, dejando fuera todo aquello que no pudiera tenerse como parte de la lengua. En lingüística, sin embargo, la onomástica se ha mantenido, hasta hace relativamente poco tiempo, al margen de los avances que ha tenido la disciplina. La principal razón, que el nombre propio no presenta un significado lingüístico afirmado y, por lo tanto, no puede considerarse un signo lingüístico. La tesis sigue una orientación distinta y antes de preguntarse sobre la condición del nombre propio como signo lingüístico, explora la posibilidad de un fenómeno complejo. En este sentido, se deja de anteponer el marco epistémico de la lingüística y se comienza a conceptualizar una de sus clases más prototípicas desde un enfoque interdisciplinario. Al dejar de dar preeminencia a la lengua, se hace evidente que el nombre de pila se manifiesta como un conjunto de funciones de distinto tipo, entre las cuales las lingüísticas sólo son algunas de ellas. A partir de la integración de trabajos que no consideran la clase sólo como lengua, se revela que es el resultado de la relación dinámica que se crea en el uso entre la sociedad, la cultura y la lengua. En ese tenor, se observa que uso y atribución están ligados y que los nombres de pila contribuyen a la creación de miembros de comunidades lingüísticas y de habla, pero también de comunidades sociales y culturales. Al anclar la clase al uso y la atribución, se evidencia como el resultado del comportamiento colectivo de distintas variables. El trabajo se ha elaborado a partir del análisis crítico de diferentes trabajos con enfoques diversos para proponer un modelo basado en la teoría general de sistemas y los sistemas adaptativos complejos. En dicho modelo, el sistema onomástico se construye como un sistema adaptativo complejo en el cual sociedad, cultura y lengua son interdefinibles. En él, los otorgantes son sujetos socioculturales (no sólo hablantes de una lengua) que interactúan y que, al hacerlo, atribuyen nombres de pila para crear miembros de su propia comunidad. De la interacción entre los sujetos socioculturales, la atribución que hacen de los nombres de pila al interior de su comunidad permite organizar el paradigma nominal disponible y actualizado por época y región que, con el tiempo, se convencionaliza y crea tendencias generales. Estas últimas desembocan en las normas socioantroponímicas que rigen la atribución que los sujetos socioculturales hacen de los nombres de pila para crear membresías a su comunidad. El sistema se observa como uno complejo por la interdefinibilidad de sus componentes y por el comportamiento colectivo que resulta en propiedades emergentes; en este caso, el nombre de pila como conjunto de funciones diversas. Además, se considera un sistema adaptativo porque recibe información del entorno dado por la manera que cada comunidad integra aspectos históricos (sociales y culturales), así como la variedad de lengua que se usa. Salir de los alcances de la lingüística para conceptualizar una de las clases más prototípicas del nombre propio permite proponer que el sistema onomástico es un sistema adaptativo complejo y que, como parte de éste, su propiedad emergente se encuentre en el conjunto de funciones que conforma el nombre de pila. Tratar de esta manera el nombre de pila permite comenzar a conceptualizar el objeto de estudio de la onomástica como el resultado de la interdefinibilidad entre lengua, sociedad y cultura. Asimismo, contribuye a construir la autonomía de la onomástica al romper con su dependencia a la lingüística.
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