Summary: | La Comunicación Política y, de su mano los comunicadores, asumen en la actualidad la
irrenunciable tarea de “legitimar socialmente” al político, como una estrategia para sostener su
mandato en un contexto cada vez más “subjetivo” en el que la imagen se incluye dentro de los
criterios de evaluación de desempeño. La imagen carismática es gestionada a través de la
potencialización de rasgos del sujeto político en la emisión de mensajes.
El objetivo de esta investigación es relacionar la configuración de la imagen pública con el
“perfil carismático”, ejemplificando esta realidad con un análisis de la imagen carismática de
Pedro Palacios, Alcalde de Cuenca y Yaku Pérez, Prefecto del Azuay y su relación con el perfil
carismático propuesto por los estudiantes de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Cuenca.
De esta forma, el carisma político no es administrable ni asumible en dosis preestablecidas de
cualidades “extraordinarias”; por el contrario, se presenta como una construcción social propia de
un contexto y realidad específica, cuyas características y componentes deben ser estudiados para
incluirse en la estrategia de gestión comunicativa de la imagen pública. No existe la “receta del
carisma” pero se reconoce su impacto político y cada nación la busca, en la medida de sus
necesidades.
Se puede concluir, para el caso de estudio, que el carisma es un estímulo que forma parte
de la imagen política y que es identificado por los jóvenes y gestionado por el equipo de
comunicación con la idea de cercanía, aunque los mensajes de los políticos no sean personalizados
y, por tanto, no realmente cercanos
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