Summary: | Las parroquias rurales del cantón Cuenca mantienen una idiosincrasia patriarcal dentro
de la cual se debaten los espacios de participación para hombres y mujeres, siendo las segundas
quienes han tenido que atravesar las barreras de la subordinación para lograr involucrarse en
actividades fuera del ámbito privado.
La familia y la comunidad han sido los entornos donde las relaciones de poder se han
afianzado como una limitante en el libre ejercicio del derecho de las mujeres a participar. Dichas
barreras, cargadas por preceptos basados en un sistema patriarcal, han influenciado para
cuestionarlas, desvalorizarlas e incluso violentarlas al momento de incursionar dentro de los
espacios públicos.
El involucramiento de las mujeres en el ámbito político, es el más criticado y cuestionado
por su entorno social e incluso por su propia familia; pues en este espacio de poder, las mujeres
solo “llenan una lista”, ocupan los segundos lugares y sus oportunidades de ser elegidas como
representantes de la comunidad, son mínimas.
Sin embargo, estos escenarios son precisamente en donde las mujeres rurales han logrado
desarrollar procesos de empoderamiento. Motivadas por las necesidades insatisfechas y en
busca del bien común, se han ido involucrado en espacios que les ha permitido desarrollar sus
capacidades y potencialidades: poder hacer, relacionarse con las autoridades, gestionar,
capacitarse, apoyar a otras mujeres, generar emprendimientos, entre otros aspectos.
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